La heroina: una historia de abuelas y nietas
Esa mañana había ido a recoger a su nieta al colegio, como hacía cada día en los dos últimos años. Idas y venidas se han convertido en una rutina que comparten juntas. La niña colgada de la mano de su abuela se paró un minuto en plena calle, la miró con toda la curiosidad de la que es capaz la mirada de un niño, y le pregunto: Abuela, ¿qué es un héroe?
La abuela extrañada le dijo: ¿Por qué me preguntas eso cielo? La niña, mirándola con convicción le explicó: hoy en clase hicimos una redacción donde aparecía uno, que vivía en otro tiempo y que llevaba armadura. No lo he entendido muy bien.
Tras pensarlo dos minutos la abuela le dijo: los héroes no tienen que llevar armadura ni trajes especiales. Un héroe es un hombre o una mujer que puede hacer cosas extraordinarias, cosas maravillosas aun sin tener los medios necesarios. Y suelen, además, ser personas entrañables, humanas, tiernas, a las que es muy fácil querer y admirar.
Son personas, seguía explicando la abuela, que actúan sin pedir nada a cambio, que disfrutan con el simple hecho de ayudar, de colaborar, de estar ahí cuando se les necesita. Es más, el héroe está siempre, aun cuando nadie se lo pide, si cree que debe hacerlo.
Tras decir esto, la abuela miró a la niña esperando la siguiente pregunta. La pequeña se tomó su tiempo y con una expresión que delataba cierto esfuerzo, dijo. Ya lo entendí. Ah ¿sí?, pues ponme un ejemplo, le contestó.
Y la niña, mirando a su abuela con la seguridad que le daba estar en lo cierto, le dijo: entonces tú eres un héroe. Tienes poco dinero y muchos años pero cada día me cuidas como si fuese lo más importante que haces en la vida.
Me mimas sin importarte nada más. Estás pendiente de mi en cada momento del día o de la noche. Me acompañas cuando lo necesito, sin mirar si hace frío o hace calor. Juegas conmigo aunque te duela la espalda o la cabeza y me quieres siempre, aunque no siempre me porte bien.
Tú eres un héroe, continuó la niña, porque estás aunque no te lo pida, aunque esté enfadada, porque siempre te tengo cerca y cuidas de que no me pase nada, porque me enseñas cosas cada día aunque lo hagas sin darte cuenta, y lo más importante, porque es muy fácil quererte.
La abuela, no sin orgullo, la miró con cariño, sonrió y pensó: ¿a quién habrá salido esta chiquilla?
J. Loro.