Cómo proteger tu piel del frío
Aunque a veces no nos demos cuenta, la piel es el órgano más grande del cuerpo humano y una de las barreras protectoras más importantes que poseemos. Sin embargo, eso no significa que no se vea afectada por factores externos, que pueden debilitarla también. Por eso, para tener una piel sana con la que nos sintamos bien y que nos proteja debidamente debemos cuidarla. Para ello, existen numerosas fórmulas que podemos aplicar en nuestro día a día: desde pequeños trucos caseros, hasta productos de cosmética facial fabricados específicamente para su cuidado.
Sin embargo, antes de lanzarnos a poner en práctica alguno de estos métodos, debemos analizar cómo es nuestra piel y en qué tipología se enmarca: piel grasa, mixta, seca, atópica, etc. Si, por ejemplo, nuestra piel tiene tendencia a ser grasa o a experimentar procesos como el acné, deberemos evitar usar productos grasos para no estimular las glándulas sebáceas. De igual manera, si nuestra piel tiene tendencia a secarse o a pelar, tendremos que aplicar productos altamente hidratantes. Existe también la posibilidad de usar cremas faciales muy hidratantes que no dejan la piel grasa.
En épocas como el invierno nuestra piel se expone principalmente a los efectos del frío y del viento, sobre todo en la zona facial, a menudo al descubierto. Para protegerla, podemos poner en práctica los siguientes consejos y tratamientos faciales:
- Productos de cosmética facial: en el mercado existen numerosos productos, cada vez más de cosmética natural. La gran variedad permite que podamos elegir el que más nos conviene de acuerdo con las características de nuestra piel. Además, encontramos también productos de texturas diferentes: mousse, cremas ligeras, cremas con efecto más mantecoso, etc.
- Evitar morderse los labios: muchas personas tienen tendencia a tocar los labios con sus dientes, particularmente en momentos de presión y estrés. Además de hidratarlos, es importante evitar este tipo de tics, ya que aumentan las posibilidades de hacernos pequeñas heridas o debilitarlos.
- Mascarillas caseras: en cuestión de minutos y con alimentos comunes, nosotros mismos podemos preparar una mascarilla que nutra e hidrate nuestra piel. Las combinaciones son casi infinitas: yogurt y azúcar para la piel cansada, yema de huevo para las pieles grasas, aguacate para la piel seca e irritada, etc.
- Cuida la alimentación: la comida es uno de los puntos más importantes para que nuestro cuerpo esté sano y en el caso del cuidado de nuestra piel ocurre lo mismo. Una dieta que incluya frutas y verduras, vitamina C y un gran consumo de agua la mantendrá hidratada, bonita y sana.
- Evita los cambios de temperatura: sobre todo si son bruscos, los cambios de temperatura pueden afectarle a nuestra piel. Cuanto más extremos peor serán, ya que tendrá que adaptarse en poco tiempo a la bajada o subida de temperaturas. Esto es algo especialmente difícil de controlar en invierno, ya que en los espacios exteriores acostumbra hacer frío y cuando entramos en lugares como nuestro hogar la calefacción aumenta la sensación de calor. Aunque hay pieles que se ven más afectadas que otras por en estas situaciones, es importante evitarlas.