Tomás Martínez
Aún no sé si estaba dormido o despierto. Recuerdo aquel diario con llave de tapa roja que escribía y guardaba cada noche en una caja de vinos, a la edad de 6 años. Me enamoré sin querer de aquel papel en blanco y más cuando lo llenaba con mis pensamientos. Ver aparecer las palabras con la tinta de un bolígrafo: era emocionante.
Luego, como en todas las vidas, empezaron a pasarme cosas. La tristeza y la alegría empezaron a salir de mí a cada momento como guiadas por un río invisible, y no podía parar. Y del poco a poco, al hoy. Todos llevamos un poeta dentro. En unos nace antes, en otros después y los hay que se mueren sin saberlo. No sé si yo lo soy. Lo que sé es que he aprendido, casi sin darme cuenta, a plasmar todo lo que siento. Y no dejaré de hacerlo.
Es amor, es poesía y es… todo lo que tengo.